Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Antrópika.
Seguro que os habéis dado cuenta de que el verano ya está aquí, con los sudores, el sol achicharrador, las ciudades multiplicando a personas, las terrazas y, entre tantas otras cosas, los anuncios de cervezas.
Parece ser que en esta época se promueve más el consumo de alcohol debido al calor y a que la mayoría de las personas pasamos más tiempo fuera que dentro de casa y, generalmente, con amigos y amigas disfrutando de nuestro tiempo libre. Esto tiene un problema asociado que no suele tenerse en cuenta: la deshidratación, ya que el alcohol hace que perdamos agua y no hace falta comentar que las altas temperaturas también.
El consumo de alcohol no es el único que aumenta en verano sino que el de todas las sustancias lo hace también, a la vez que suele disminuir su calidad, aumentando la presencia de adulterantes.
Desde hace cierto tiempo, el consumo de éxtasis ha venido aumentando, como se recoge en la 2016 European Drug Report, a la vez que ha aumentado su disponibilidad en el mercado tradicional y en el de la deep web, tanto en formato de comprimido como de cristal y también ha aumentado la cantidad de MDMA contenida en las pastillas, lo que quiere decir que éstas tienen ahora más concentración que hace unos años, por lo que se necesita menos cantidad para conseguir los efectos buscados.

Existen, a disposición de cualquier persona curiosa, tablas de resultados de las técnicas analíticas empleadas por varios grupos que trabajan en la reducción de riesgos para conocer la composición de las sustancias, aunque la información mostrada puede servir como orientación, el color, el logo y la forma no aseguran que dos pastillas aparentemente iguales vayan a tener la misma composición, como pasó el verano de 2015 con las pastillas “superman”, ya que se encontraron algunas con MDMA y otras con PMMA, ambas en proporciones variables.
Dosis de éxtasis superiores a 150 mg pueden producir un viaje muy intenso y no del todo agradable y hay más probabilidad de que aparezcan los efectos secundarios, como tensión mandibular y ansiedad, así como tampoco aumentan los efectos placenteros, que suelen ser los buscados.
Es evidente que en verano hay más fiestas, más conciertos, más festivales y más desinhibición, lo que puede llevar asociada la práctica de conductas sexuales de alto riesgo, así como también da pie a que los medios de comunicación puedan tergiversar la información sobre el consumo de sustancias o, en otros casos, inventarla, como sucedió hace unos años con el tema del estramonio, con la “droga caníbal” o el “tampodka”.
Sirva como alerta para este verano la siguiente cuestión: ¿Sabes lo que te comes?
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En lo que llevamos de año, hemos detectado 3 pastillas de MDMA adulteradas con catinonas sintéticas.